la v i da de carne y hueso es una vida no muy fácil de sobrellevar, ni de llevar siquiera, uno cuando siente tanto que siente todo en la mismísima carne, hasta los huesos, no puede evitar no mentirse nada, decirse siempre la verdad de las cosas, mirar al sol de frente, mirar hacia el cielo siempre, levantar la vista del suelo; en una vida de carne y hueso los ojos nunca están cerrados, ni las manos ni las uñas ni el corazón, todo entra como un vendaval por la ventana abierta de par en par del alma, hay que sentir, sentir es una consecuencia y una causa y un deber y un permanecer vivo en carne y hueso, un permanecer en el amanecer del sentir hasta que el sentir se anochezca y vengan sentires nuevos, que se propagan en el pecho como las ondas magnéticas que a uno lo vuelven como de goma así perdiendo la consistencia de la corporeidad, y ya una vez que el sentir sobrepasa las carnes y los huesos ya es como mucho, ya es como demasiado para una vida entera, ya es rebalsarse en el vaso de toda vida, entonces queda caerse, caerse de ese precipicio y desbordarse ya sin realidad material que pueda acompañar a tal sensitividad de sensitividad, ya no queda más nada, más nada que decir.
arqueología del alma, idea que surgió de los días de viaje, entre encuentros, desencuentros y reencuentros inesperados, la arqueología del alma de la mano de Platoncito, ese tipo que sabía que el alma sabía, que siempre supo la verdad, ya que la comtempló desde un carro alado comiendo y bebiendo néctar y ambrosía, hasta que se cayó al río del olvido y en la tierra se des-supo de toda su sapiencia y así anduvo encerrada en una caverna oscura hasta que finalmente vislumbró entre las sombras un rayo de sol y se quemó los ojos pero pudo así volver a re-sabiarse de todo lo olvidado; arqueología del alma, como búsqueda y como perdición, un apropiarse y un despojarse, un recuperar y un desechar, un revolverse toda y enrollarse para adentro y para afuera, yendo y viniendo como un yo-yo que se desyoya para ser aquello interior, el hueco que contiene los hilos, en fin, simplemente un conjunto de flys y butterflys en los días del sur, en los días en que la tierra se levantó toda para estampárseme en la cara como una torta de crema batida y después de limpiarme los ojos me trajo vistas nuevas, huellas para volver a pisar y recorridos nuevos, paz, libertad, añoranzas y todo esto que van a ver escrito acá, textos incompletos, inconclusos, jirones de palabras que me trajeron los vientos desde Bariloche hasta Calafate, del Oeste por supuesto, siempre del Oeste.