miércoles, 29 de abril de 2009

VIAJE EN QUEQUÉN (los viajes a quequen son realmente por dentro)

Ante todo deberemos diferenciar los procesos de búsqueda de los procesos de encuentro, ya que necesariamente se impone esta distinción para nuestro posterior desarrollo.
Si bien algunas veces los hombres afirman haber buscado algo y seguidamente encontrarlo, creemos que esto es falso. Esta crrencia situaría a los procesos de búsqueda en el lado de la anterioridad, y desde ahí sale una flecha hacia los probesos de encuentro, ubicados del lado de la posterioridad: procesos de búsqueda =:·· procesos de encuentro, como si todo proceso de búsqueda tuviera un correspondiente proceso de encuentro, y solo uno.Estas afirmaciones son empero dudosas, ya que se basan en la premisa del objeto único e inmutable, habría un solo objeto, el objeto a buscar sería objeto a encontrar él mismo, objeto de búsqueda y objeto de encuentro guardarían entre sí una relación de identidad: objeto de búsqueda = objeto de encuentro. Pero pongámonos a rememorar con reflexividad alguna de las situaciones vividas u oidas, ¿realmente el objeto encontrado es exactamente el mismo objeto buscado? Claramente no, es inevitablemente otro objeto al que hay que re-conocerlo. Así que nuestra conclusión es que es evidente que este tipo de llamados encuentros son en realidad puros dejavuses falsos que funcionan proactivamente.
Pero lo que aquí nos interesa no es la relación entre los procesos de búsqueda y los procesos de encuentro -ya que, como acabamos de decir, no la hay-, sino la caracterización y diferenciación entre ambos.
Hay encuentros y encuentros, encuentros sin búsqueda, como cuando una va por alguna playa, de Quequén por ejemplo, y se le aperecen caracoles ante sus ojos así sin más, una no va buscando caracoles adrede, predeterminadamente, y aun así estos se le presentan y entonces los encuentra. También están los procesos de encuentro en los que uno no sabe que encontró algo, porque el alto grado de inimaginabilidad del objeto encontrado, por la imposibilidad de posible existencia en el mundo de ese objeto para la cabeza de uno, , que ni siquiera pudo haberlo pensado o concebido o enlazarlo de alguna manera al resto de sus objetos conocidos y cognoscibles. Entonces lo que aquí sucede es que uno se queda mirando por ejemplo el mar, y sobreviene un descubrimiento que produce una inmovilidad corporal y perplejidad álmica ante el objeto preencontrado -que todavía no se sabe que se encontró-. Esta especie de atemporalidad de uno, esta instantaneidad del encuentro puede no ser tolerada psíquicamente, no pacientada, y uno se termina alejando de allí sin darse el tiempo para comprender que encontró algo, lo que luego conlleva a uina sensación de incertidumbre angustiosa por tener nostalgia de algo sin saber qué es, pero que estuvo delante de sus ojos y no se quedó a verlo. No obstante, puede producirse lo contrario, aguantar con firmeza e ímpetu la situación de la espera perpleja y así sí, en otro tiempo puede concluir el encuentro.
Estos últimos encuentros no son para cualquiera, las personas proensas a desmayos, síncopes, ataques cardíacos, caidas de cabello y hemorroides no deben vivenciarlos muy a menudo, ya que podría provocar un colapso por tanto sentimiento tan fuerte que se siente, como cuando uno se enamora por ejemplo. Por este motivo se sugiere mantener un cierto estado de salud álmica y corpórea que le permita a uno vivir y pervivir a este tipo de encuentros, ya que son los momentos más geniales de la vida.
Y en cuanto a los procesos de búsqueda, estos provocan más bien lo contrario, no son descubrimientos sino invenciones, que tardan mucho más en producirse o llegar a algo, mientras que los descubrimientos son fugaces. Podemos comparar a los procesos de búsqueda con los procesos para asar un cordero, y los de encuentro con una sopita instantánea, por ejemplo. Las búsquedas le promueven a uno una sensación de inacabilidad de la tarea, ya se dijo antes que las busquedas no se concretan nunca en encuentros por la inidentidad de los objetos a buscar y a encontrar, por lo que siempre queda la sensación en uno, cuando finaliza una búsqueda, que no era eso lo buscado, que era otra cosa, otra cosa más, y ya no sabe qué busca y menos por qué lo busca y mucho menos para qué lo busca
Pero así vamos y es innegable, buscando y encontrando, es inevitable por la movilidad de la materia en el cosmos, y bueno uno hablando de concebir ideas inconcebibles puede por ejemplo encontrar a dos ostras siamesas gemelas que dicen: "Queremos estar solas", y entonces imaginarse a una pareja que concibe mellizos, que a su vez son gemelos, que a su vez son siameses. Claro, imaginen, un niño en un óvulo, un niño en otro, y que a su véz esta célula sea una célula de gemelos, y que cada célula de gemelos sea también una célula de siameses, lo que da como resultado que la pareja ahora tenga 4 pares de hijos siameses de dos camadas distintas, porque cada ovulo posee distinto material genético de por sí y cada espermatozoide también, y genialmente este chabón y esta chabona se vuelven padres de un saque de 8 hijos a a vez, situación formidable a comparación de tener octillizos, que sería mucho más aburrido por ser todos de una misma camada.
Y ahora, con los 4 pares de siameses estos dos podrían realmente preparar mejores expectativas para el futuro embarazo, y con buenos augurios porque está casi compromado que las nuevas camadas son siempre mejores cada vez.

No hay comentarios: